Cuando fuimos salvados, fuimos llevados a una batalla. No es un parque de diversiones ni un picnic de iglesia, es una lucha hasta el final contra un enemigo siniestro. Estamos enfrentándonos a las fuerzas demoniacas del Infierno, pero a través de Jesucristo, podemos vencer al maligno.
Mateo 6:13 dice: «Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos...».
Debemos entender y reconocer a nuestro enemigo para poder estar preparados para la batalla.
Satanás es una realidad innegable.
Nunca lo subestime ni lo descarte. Nada lo haría más feliz que convencernos de que no existe. Él es un ser real, antes un ángel, ahora el príncipe del Infierno. Su orgullo y su creencia de intentar ser más poderoso que Dios lo llevaron a su trágico final. Aun así, tiene un gran poder sobrenatural y un nuevo propósito siniestro. Su ambición malvada ha estado en rebelión contra el Dios Todopoderoso.
Adrián Rogers dice: «fue desterrado del Cielo, ya no es Lucifer, hijo de la mañana. Se convirtió en Satanás, el padre de la noche».
Satanás tiene un plan, y su arma principal es el engaño.
Él es metódico, está dispuesto a esperar la oportunidad perfecta, dejándonos tener éxito para que podamos caer aún más. Él engaña a las personas para corromperlas; a través de esa depravación, es como destruye y condena almas al Infierno.
Satanás también es una fuerza destructiva.
Él utiliza poderes demoníacos como el ocultismo, la hechicería y doctrinas falsas para distorsionar nuestras mentes sobre asuntos religiosos y confundirnos, incluso poseernos.
La peor parte es cómo ha presentado sus trucos de manera tan inocente. Horóscopos, entretenimiento, medios de comunicación, cultura de las drogas, incluso los juegos infantiles se presentan como inocentes; ¡en realidad, son herramientas en manos del enemigo!
Pero sabemos, sin lugar a dudas, que Satanás también es un enemigo derrotado.
Adrián Rogers dice: «el diablo puede ser poderoso, pero Dios es todopoderoso. El reino no le pertenece a Satanás en última instancia; le pertenece al Señor Jesucristo».
Conocer a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal es la manera de vencer al maligno.
Aplíquelo a su vida.
¿Sus pecados bajo la sangre de Cristo? (Lea Apocalipsis 12:11). Solo Jesús rompe el poder del pecado. ¡Él es nuestra única esperanza para vencer al maligno!