Cuando nacemos de nuevo y nos convertimos en hijos de Dios, recibimos dones espirituales. Descubrir, desarrollar y poner en práctica nuestros dones espirituales es como encontramos gozo y plenitud en la vida cristiana.
1 Corintios 12 explica cómo los hijos de Dios pueden desarrollar sus dones espirituales.
«No quiero, hermanos, que ignoréis acerca de los dones espirituales» (1 Corintios 12:1).
Nuestros dones espirituales son sobrenaturales, y el Espíritu Santo nos los concede generosamente cuando nacemos de nuevo. No hay lugar para el orgullo o el egoísmo, hemos recibido nuestros dones espirituales para servirnos unos a otros. El Espíritu Santo escoge nuestros dones, nuestra responsabilidad es descubrir lo que Él ha infundido soberanamente en nosotros.
Adrián Rogers afirma: «Estos dones espirituales no son para tener pruebas, son herramientas. No son para tu disfrute, son para que trabajes con ellos».
«Ahora bien, hay diversidad de dones, pero el Espíritu es el mismo. Y hay diversidad de ministerios, pero el Señor es el mismo. Y hay diversidad de operaciones, pero Dios, que hace todas las cosas en todos, es el mismo» (1 Corintios 12:4-6).
Algunos de los diversos dones enumerados en las Escrituras son los siguientes:
Sabiduría
Conocimiento
Fe
Sanidad
Milagros: físicos, mentales y espirituales
Profecía: para edificación, exhortación y consuelo
Discernimiento de espíritus
Hablar en lenguas, o hablar en un idioma que nunca se ha aprendido
Interpretación de lenguas o traducción de lenguas para que otros puedan entender
Ministerio o el servicio dentro de la iglesia
Enseñanza
Exhortación o dirigir a otros en la adoración
Dar
Dirigir o tener la capacidad de administrar
Misericordia o mostrar el amor de Jesucristo
Descubrir nuestros dones es tanto una alegría como una responsabilidad. Primero debemos presentarnos ante el señorío de Dios. En segundo lugar, debemos convertirnos en buenos administradores de nuestros dones con mentes renovadas y una fe inquebrantable.
Por último, debemos mantenernos en comunión con otros creyentes. Nuestro propósito es servirnos unos a otros, funcionar como un cuerpo plenamente operativo. Nuestros dones espirituales serán confirmados en la medida en que comencemos a servirnos unos a otros de la manera que podamos.
Aplíquelo a su vida
Si no ha descubierto sus dones espirituales, pregúntese: ¿Me he presentado ante el Señor? ¿He decidido ser un buen administrador de lo que el Espíritu Santo ha confirmado en mí? ¿Estoy sirviendo fielmente en mi iglesia?