No podemos crecer como cristianos si no estamos estudiando activamente la Palabra de Dios. No basta con conocer los hechos sobre las Escrituras o lo que estas contienen. Si recurrimos a la Biblia para obtener la verdad, fracasaremos; en cambio, debemos recibir la verdad y dejarla entrar.
El libro de Santiago nos muestra cómo entender la Biblia y nos enseña cuatro maneras de recibir la Palabra de Dios.
En primer lugar, debemos recibir la Palabra con un espíritu arrepentido.
«Por lo cual, desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas» (Santiago 1:21). Hay una aptitud moral para escuchar a Dios. Los pecados persistentes y los corazones impenitentes pueden impedirnos comprender las Escrituras.
Al estudiar la Biblia, es fundamental que primero confesemos todos nuestros pecados y que le pidamos a Dios que examine nuestros corazones en busca de cualquier rastro de maldad.
Asimismo, debemos recibir la Palabra con un espíritu receptivo, con mansedumbre, que es un espíritu dócil.
Santiago 3:3 dice: «He aquí nosotros ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, y dirigimos así todo su cuerpo». Del mismo modo, Dios quiere doblegarnos y tomarnos bajo su control, haciéndonos sensibles a sus mandatos.
En tercer lugar, debemos recibir la Palabra con un espíritu receptivo.
«Pero sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos» (Santiago 1:22). Cuando entendemos el pasaje que leemos, debemos obedecerlo; si no lo hacemos, nos engañamos a nosotros mismos.
Adrián Rogers afirma: «Un estudio de la Biblia te permite conocer a Dios. La obediencia te permite conocer a Dios».
Por último, debemos recibir la Palabra con un espíritu reflexivo.
«Mas el que mira atentamente en la perfecta ley, la de la libertad, y persevera en ella, no siendo oidor olvidadizo, sino hacedor de la obra, este será bienaventurado en lo que hace» (Santiago 1:25). Si leemos la Biblia con espíritu reflexivo, ella nos leerá a nosotros. Nos dará una nueva perspectiva de nuestras vidas y nos mostrará quiénes somos en realidad. En vez de ojear rápidamente las Escrituras, debemos aprender a contemplarlas.
Aplíquelo a su vida
¿Está recibiendo activamente la Palabra de Dios con un corazón arrepentido y un espíritu receptivo y sensible? Recuerda, como dice Adrián Rogers: «La mejor manera de entender la parte de la Biblia que no comprendes, es obedecer la parte que sí entiendes».