En Mateo 27, Jesucristo estuvo en juicio ante Pilato, y en el versículo 22, Pilato hizo la pregunta más personal y apremiante: «¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?».
Lo que hacemos con Jesús es una decisión inevitable que cada uno de nosotros tomará; lo que decidamos —o no decidamos— dictará nuestra eternidad.
Debemos considerar la decisión de Pilato: mientras el pueblo clamaba por la muerte de Jesús, la voz de la razón y la conciencia de Pilato levantó una alarma. Examinó la evidencia y escuchó a los testigos, incluida su propia esposa (v. 19), y al mismo Jesús, quien confesó que Él era el Rey de reyes (Juan 18:37).
Aunque las voces que confrontaron a Pilato claramente revelaron lo correcto que debía hacer, sus valores distorsionados lo presionaron a decidir lo contrario. Pilato fue presionado por la opinión pública; la gente pedía con ferocidad la sangre de Jesús. Su orgullo engrandecido, su elevada posición y sus abundantes posesiones eran más valiosos que el hombre inocente que estaba frente a él.
Al principio, Pilato ignoró el asunto, luego trasladó la decisión al rey Herodes. Cuando Herodes declinó y envió a Jesús de regreso a Pilato, confesó que Jesús era inocente, pero decidió no decidir.
Sin embargo, como advierte Adrián Rogers: «no puedes ser neutral acerca de Jesús». Mateo 27:24 dice: «Viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomó agua y se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá vosotros».
El rechazo de Pilato a la razón y sus valores mal ubicados hicieron del juicio de Jesús una burla a la justicia. El veredicto "neutral" de Pilato condenó a Jesús a muerte, y también se condenó a sí mismo. Nosotros tenemos una oportunidad de tomar una decisión diferente. Al analizar la evidencia de las Escrituras, los testimonios de los santos, tanto antiguos como nuevos, sabemos que Jesús es exactamente quien dice ser. Y quizás el testigo más crucial de todos es Dios el Padre.
1 Juan 5:9 dice: «Si recibimos el testimonio de los hombres, mayor es el testimonio de Dios; porque este es el testimonio con que Dios ha testificado acerca de su Hijo». Sabemos que Jesús es Señor porque después de ser crucificado, ¡Dios revocó la decisión del tribunal y lo resucitó de entre los muertos!
Aplíquelo a su vida.
No puede ser neutral acerca de Jesús; no puede evitarlo, escapar de Él, o eludirlo: entonces, ¿qué hará con Él?