En Josué 3, el pueblo de Israel se acercaba a la Tierra Prometida de oportunidades y misterio. Para llegar allí, enfrentaron un río embravecido de dificultades. Sin embargo, tenían con ellos el Arca de la Alianza, un recordatorio de la presencia de Dios con su pueblo.
«Y Josué dijo al pueblo: Santificaos, porque Jehová hará mañana maravillas entre vosotros» (Josué 3:5).
Josué instruyó a su pueblo a mantener sus ojos en el arca, a moverse solo cuando se moviera, a seguirla. Esta instrucción revela lecciones sobre cómo llegar a nuestro destino sin un mapa.
Cuando mantenemos nuestros ojos en Jesús, Él nos guiará con su presencia.
No es necesario conocer el futuro para caminar en victoria, siempre y cuando la presencia de Dios nos guíe. Debemos asegurarnos de no adelantarnos a los planes de Dios; el momento adecuado es más importante que el tiempo. No tenemos que saber cuándo, dónde o por qué; cuando el arca se mueve, nosotros nos movemos.
En segundo lugar, al mantener nuestra mirada en Jesús, Él nos alegrará con sus promesas.
Jesús es nuestra Arca de la Alianza; Él es la prueba de que Dios cumple sus promesas con nosotros. Esas promesas son buenas para todos los santos, todas las temporadas y todas las situaciones. Su Palabra está establecida en el Cielo, inmutable, hasta hoy.
Finalmente, cuando Él nos guía, Jesús también nos protegerá con su poder.
El pueblo de Israel pasó por el río Jordán en tierra seca porque fueron protegidos por el Dios de poder. Si creemos en la capacidad infalible de Dios como lo hicieron los israelitas, no hay límite a las bendiciones que experimentaremos.
Adrián Rogers dice: «si Dios te ordena cruzar el Jordán, Él ordenará al Jordán que se quite del camino».
El cruce del río Jordán por los israelitas es una representación del Evangelio, en la que Jesús entró en el río de la muerte y lo detuvo para que pudiéramos pasar.
Al ser Dios, Él es soberano; como el Dios viviente, Él está vivo en nosotros. Y como Dios liberador, Él está abriendo un camino para que pasemos hacia la Tierra Prometida.
Aplíquelo a su vida.
¿Está enfrentando una nueva etapa en su vida o un territorio desconocido? No se adelante a Su guía; siga a Dios a través de lo desconocido hoy.