No importa cuán generosos seamos, cuán activos estemos en la iglesia o cuán elocuente sea nuestra predicación, nada sustituye compartir nuestra fe con otras personas. Salmos 126 nos muestra cómo compartir a Jesús: «Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas» (Salmos 126:5-6).
El alma tiene un gran valor; Jesús murió en la cruz, pagando el precio con sangre y agonía, para mostrar cuánto deseaba nuestras almas.
Nuestras almas también son valiosas por su durabilidad. Cuando Dios creó el alma humana, la hizo a su propia imagen, por lo tanto, cada alma es infinita, eterna, sin fecha y sin medida.
Cada alma tiene el potencial de ser transformada a la semejanza de Jesucristo.
Debemos comprometernos a compartir nuestra fe porque es el mandato de nuestro Salvador.
Estamos diseñados para ir y hacerlo (Salmos 126:6); nada reemplaza el ir. No es suficiente "vivir buenas vidas", porque nuestras vidas no son lo que salva almas... la salvación a través de la muerte y resurrección de Jesús es lo que salva almas.
En segundo lugar, debemos preocuparnos cuando compartimos nuestra fe.
Si sentimos que nuestros corazones ya no se duelen por los no salvos, debemos suplicar a Dios que los rompa de nuevo. Debemos pedirle a Dios que nos dé los ojos de Jesús, quien, al ver a las multitudes, se conmovió con compasión (ver Lucas 19).
Tercero, debemos ser consistentes al compartir nuestra fe, ya que llevamos semillas para sembrar.
En este pasaje, la semilla es la Palabra de Dios, y en esa semilla, hay vida. Ya que hay poder de vida en la semilla, hay poder en el ganador de almas que esparce la semilla.
Finalmente, debemos tener confianza al compartir nuestra fe.
Si seguimos sembrando, veremos una cosecha. No deberíamos preocuparnos por el suelo. Nosotros solo sembramos la semilla, y pedimos a Dios que nos dé puertas abiertas y obre.
Aplíquelo a su vida
¿Está intentando compartir a Jesús con otros? ¿Está comprometido, preocupado, y es constante al compartir su fe?
Adrián Rogers dice que no hay mayor gozo que llevar un alma a Jesucristo. Es fácil ir a la iglesia, estudiar las Escrituras, tener nuestros devocionales, y todo eso está bien, ¿pero acaso no diremos: "Señor Jesús, ayúdame a compartir"?