junio 29, 2025
Es importante saber distinguir entre acusación y convicción de pecado. El Espíritu Santo es quien convence; Él le dará convicción de pecado. El diablo es el acusador; él lo acusará de pecado. La acusación viene de Satanás y lo hace sentirse desesperado e impotente. Judas es un ejemplo de eso: traicionó al Señor y se llenó de remordimiento, el cual lo llevó al suicidio. Su remordimiento no lo acercó a Jesús; lo alejó de Él. La verdadera convicción de pecado nos lleva hacia el Señor. La verdadera convicción de pecado produce quebranto por nuestro pecado y nos lleva a ser liberados de él. Simón Pedro fue convencido de su pecado cuando negó al Señor; lloró amargamente, y Dios lo restauró.
Satanás no solo nos acusa delante de Dios, también lo hace cara a cara. Quiere que fijemos nuestra atención en lo que sea, menos en Jesús. Desea que vivamos bajo la nube oscura de la culpa y la desesperación. Cuando yo enseño sobre el pecado, no insisto en la culpa porque no es la que trae verdadera convicción de pecado o arrepentimiento. La culpa solo trae remordimiento y desanima a las personas; se convierte en una herramienta del diablo.
Piense en la última vez que se culpó por algo que Dios ya le ha perdonado. Hable con Dios en oración sobre eso ahora.
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