¡Absolutamente no! Hay dos cosas que los cristianos pueden saber con certeza sobre la salvación. Podemos saber que somos de Él, y podemos saber que no podemos perder nuestra salvación. Estas garantías se encuentran directamente en las Escrituras.
Somos suyos
Lo primero que sabemos se encuentra en 1 Juan 5:11-13, que dice: «Y éste es el testimonio: que Dios nos ha dado vida eterna, y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida, el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Les he escrito estas cosas a ustedes, los que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna.
Este pasaje nos dice que tenemos una salvación de la que podemos estar seguros. No es una esperanza, un deseo o un pensamiento, sino una certeza.
La salvación es para siempre
Lo segundo que sabemos nos lo describe vívidamente Jesús en Juan 10:28-30: «Y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. El Padre y yo somos uno».
Este pasaje nos dice que una vez que somos de Él, nadie nos puede alejar de Él. Ninguna otra persona ni enemigo espiritual puede alejarnos del Señor Dios. Además, nosotros tampoco podemos alejarnos de Dios. Nuestra salvación no se basa en lo que hacemos o no hacemos. Se basa únicamente en Dios mismo. Por lo tanto, no podemos hacer nada para recibirla ni nada para perderla.
Romanos 6:10 dice: «Porque en cuanto a su muerte, murió al pecado de una vez y para siempre; pero en cuanto a su vida, vive para Dios».