¿Importa lo que yo decida si de todos modos estoy predestinado al Infierno?

¿Importa lo que yo decida si de todos modos estoy predestinado al Infierno?

Romanos 8 contiene cinco pilares de verdad para nuestra salvación. Si se quita alguno de ellos, el Evangelio se desmorona.

El primer pilar es la sabiduría suprema de Dios: «Porque a los que antes conoció...» (Romanos 8:29). La sabiduría de Dios es diferente al conocimiento o entendimiento de cualquier ser humano. Ésta no se basa en suposiciones o caprichos; Él ve el principio, el fin y todo lo que hay en medio.

El segundo pilar es la voluntad soberana de Dios: « también los predestinó para que sean hechos conforme a la imagen de su Hijo, para que Él sea el primogénito entre muchos hermanos» (Romanos 8:29). Cuando Dios predestina algo, nada puede detenerlo: se cumplirá. Segunda Pedro 3:9 nos dice que Dios quiere redimir a toda la raza humana. Él no quiere «que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento». Mas debido a que Él amorosamente nos dio el libre albedrío, tenemos una opción en el asunto y daremos cuenta de la elección que hagamos. El pastor Adrián Rogers añadió: «No hay contradicción entre la gracia soberana de Dios y el libre albedrío del hombre».

El tercer pilar descansa sobre la Palabra de Dios que nos busca y llama: «Y a los que predestinó, también los llamó…» (Romanos 8:30). «Llamó» significa emitir una citación o convocación; Dios envía su Palabra a quienes quieren escucharla, su Evangelio a quienes desean recibirlo.

El cuarto pilar es la obra salvadora de Dios: «... y a los que llamó, también los justificó…» (Romanos 8:30). La justificación es más que un perdón o absolución de nuestros pecados, es ser declarados justos ante los ojos de Dios. Recibimos esta justificación por medio de la gracia y la gracia mediante nuestra fe.

El quinto y último pilar son los caminos establecidos de Dios: «... y a los que justificó, también los glorificó» (Romanos 8:30). Debido a que Dios se desenvuelve en la eternidad, Él ve tanto el futuro como el presente. Y porque hemos sido predestinados para gloria en Cristo, ya estamos glorificados.

¿Está usted predestinado al infierno (o incluso al cielo)? Por supuesto que no. Es su elección. ¿Qué va a decidir?