Después de su muerte en la cruz, Jesús realmente volvió a la vida. No se trata de ningún mito o símbolo. Jesús resucitó físicamente de entre los muertos y mucha gente lo vio y lo tocó.
Después de que Jesús murió y fue sepultado, tres mujeres fueron a su tumba para ungir su cuerpo con especias. Mientras se acercaban al sepulcro, les preocupaba cómo moverían la enorme piedra que bloqueaba la entrada. No esperaban que Jesús resucitara de entre los muertos.
En Marcos 16:4-6, leemos: «Pero, al llegar, vieron que la piedra ya había sido removida, a pesar de que era muy grande. Cuando entraron en el sepulcro, vieron que en el lado derecho estaba sentado un joven, vestido con una túnica blanca. Ellas se asustaron, pero el joven les dijo: “No se asusten. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue crucificado. No está aquí. Ha RESUCITADO. Miren el lugar donde lo pusieron”».
Jesús también se apareció a María Magdalena, a dos discípulos que caminaban por el camino a Emaús, a Pedro, a los once discípulos originales, a una multitud de 500 personas, a Santiago y a Pablo. Todas estas personas estaban completamente convencidas de que habían visto a Cristo RESUCITADO.
Los discípulos exclamaron abiertamente: «¡Escuchen, lo hemos visto! ¡Lo hemos tocado!». Y murieron como mártires: torturados, perseguidos, quemados en la hoguera, despedazados por los leones. Los hipócritas y los mártires no están hechos de la misma fibra. La gente miente para salirse de los problemas, no para meterse en problemas. Pocos morirán por lo que saben que es mentira.
Ellos persistieron en su fe porque sabían que Jesús estaba realmente VIVO.