Si entiende qué es el pecado, entonces debe saber que necesita perdón. El pecado es una afrenta moral contra un Dios Santo. Es no poseer lo que se requiere. Es no estar a la altura de lo que Él deseaba para nosotros. Somos pecadores por nacimiento, por naturaleza, por elección y por práctica. Hemos ofendido a Dios y porque Él es justo, debe castigar el pecado. ¡Y merecemos el castigo! Sin embargo, DIOS NOS AMA. El pastor Adrián Rogers dijo: «Nadie jamás ha pecado más allá del amor de Dios. El pecado no es sólo quebrantar las leyes de Dios; es quebrantar su corazón».
Si realmente se pregunta cómo puede conocer a Jesús, entonces necesita mirarse en el espejo (véase Santiago 1:22-25). Usted no puede confesarle a Dios lo que no se admite a sí mismo. Antes de que pueda recibir a Jesús como su Señor y Salvador, debe mirar su pecado y ver su fealdad ante un Dios perfecto y santo. Confiese su pecado y abandónelo. Aléjese del espejo donde vio su pecado y regrese a una vida en la que abandona ese pecado. No hay arrepentimiento sin quebrantamiento. Jesús murió por usted para que pueda vivir eternamente en el Cielo con un Dios que le ama y quiere perdonarle. El pecado no puede ganar. La fe no puede fallar. El hecho de que un Dios Santo y Perfecto eligiera amarle, perdonarle y enviar a su Hijo a morir por usted debería provocar que usted lo alabe aún mucho más.
No es necesario que viva en constante remordimiento. Una vez que haya confesado y abandonado su pecado y haya recibido a Jesús como Salvador y Señor, usted no deseará seguir pecando; deseará vivir una vida de obediencia ante Dios porque lo ama.