La Biblia dice que toda persona ha pecado contra Dios, incluidos las que hacen todo lo posible por ser buenas personas. Romanos 3:22-23 dice: «Por cuanto TODOS PECARON y están destituidos de la gloria de Dios»
El pecado nos separa de Dios. Él es perfecto, SANTO y justo. El pecado es una ofensa a todo lo que Dios es y hace. No puede permitir que el pecado entre en su presencia. No importa cuántas buenas obras hagamos, no podemos borrar los pecados que hemos cometido contra Dios.
Sin embargo, al mismo tiempo, Dios nos ama. Entonces, si Dios pudiera tener un problema, esto le presentaría uno: ¿Cómo puede amar y perdonar al pecador y al mismo tiempo castigar el pecado?
¿La respuesta? Enviando a Jesús a morir por nuestros pecados. El Cordero de Dios tomó el pecado del mundo y sufrió como substituto inocente (el justo por el injusto) para poder llevarnos a Dios. Dios es justo porque el pecado es castigado. Él es el que justifica porque tenemos un substituto. La misericordia y la justicia se unen en la cruz.